Antes de decidirte por una inversión en concreto, necesitarás elegir un intermediario a través del cual operar:
- Una empresa de servicios de inversión (agencia o sociedad de valores)
- Una entidad de crédito (banco o caja)
Evita aquellas entidades que ofrecen y prestan servicios de inversión sin estar autorizadas para hacerlo. Este tipo de entidades financieras son peligrosas porque en la mayoría de los casos la aparente prestación de tales servicios es sólo una tapadera para apropiarse del capital de sus víctimas, haciéndoles creer que están realizando una inversión de alta rentabilidad. Es importante tener claro que los elevados rendimientos que ofrecen suelen ser demasiado buenos para ser ciertos: sólo son el cebo con el que consiguen que los inversores menos informados o más confiados les entreguen sus ahorros.
Cuando no pueden justificar las pérdidas, simplemente desaparecen o cambian de nombre. Es decir, no se trata de entidades más o menos solventes o con mayores o menores habilidades en la gestión financiera. Sencillamente, son estafadores.
Intermediarios Autorizados
Es fundamental verificar en el registro correspondiente a tu ciudad (suele ser la Comision Nacional de Valores según el país y ciudad) si se trata de un intermediario autorizado para realizar los servicios que ofrece y que no se trata de un intermediario fraudulento. No hay que dejarse embaucar por promesas de altas rentabilidades. Nunca confíes tu dinero a un intermediario no autorizado, por muy profesional que parezca o por muy tentadora que sea su oferta.
Los intermediarios que están autorizados sólo podrán recomendarte productos de inversión de acuerdo con tu perfil de inversor. Lo habitual es que te hagan preguntas para determinar tus objetivos, horizonte temporal, tolerancia al riesgo, etc.
¿Qué gastos y comisiones tendré que pagar?
Las entidades autorizadas están obligadas a informar sobre las tarifas que aplican. Puedes pedir que te entreguen por escrito los gastos y comisiones que te van a aplicar de forma efectiva en tu caso particular.
No todas las entidades cobran lo mismo por la prestación del mismo servicio. Recuerda que las comisiones reducen la rentabilidad de la inversión, a veces de forma muy significativa.
Información periódica
¿Qué información recibiré sobre el estado de mis inversiones? Te deben enviar periódicamente información sobre el estado de tus inversiones: tu rentabilidad, los gastos, etc. Pide que te enseñen un ejemplo de la información periódica que envíen y que te la expliquen con claridad. Es muy importante que la entiendas para poder hacer el seguimiento de tus inversiones.
Elegir el producto: ¿Qué tipo de inversión quiero?
Elegir el producto adecuado, puede ser la parte más difícil, pero si está bien definido el perfil inversor será más fácil elegir.
También es imprescindible informarse bien, pedir la información necesaria, y si es posible por escrito.
Sé crítico con la publicidad. Ten en cuenta que los mensajes publicitarios intentan centrarse en los aspectos positivos de un producto. Hay que consultar la información oficial del producto.
En algunos casos, como por ejemplo para fondos de inversión o valores admitidos a cotización en las bolsas, podrás encontrar folletos oficiales verificados y registrados según aval oficial del gobierno. Además, las entidades intermediarias están obligadas a darte información clara, completa y veraz sobre los distintos productos que ofrecen.
No hace falta ser experto para elegir… Pero antes de comprometer tus ahorros sí debes tener claras las repuestas a ciertas preguntas muy sencillas.
¿Qué riesgo asumo?
Existen diferentes clases de riesgo que pueden afectar al rendimiento de la inversión, pero normalmente se habla genéricamente de “riesgo de precio”, que es la posibilidad de que un producto financiero sufra una variación en su precio, causada por diversos factores: como por ejemplo factores externos que afectan a la situación económica, los tipos de interés, las noticias políticas o factores más específicos como la quiebra o falta de solvencia del emisor del producto financiero, etc.
En general, un activo con alto riesgo puede perder valor rápidamente al producirse un empeoramiento de algunos de estos factores, pero también subir en valor si mejoran las condiciones. Un activo con bajo riesgo se verá menos afectado con las subidas y bajadas del mercado en general.
Tampoco hay que olvidarse del riesgo derivado de la inflación, que es el riesgo de que los rendimientos de la inversión se reduzcan o anulen por la subida del coste de la vida.
Mucha gente tiene la creencia de que lo más “seguro” es tener sus ahorros en una cuenta bancaria a la vista, o incluso bajo el colchón, pero lo único que pueden tener por seguro es que dentro de unos años, ese dinero habrá perdido valor. De hecho, cualquier inversión que obtenga una rentabilidad por debajo de la tasa anual de inflación, está perdiendo valor.
¿Cómo reducir el riesgo?
La diversificación es la mejor forma de reducir el riesgo de inversión. Diversificar significa que «no conviene poner todos los huevos en la misma cesta».
Ejemplo:
Imagínate que tienes 10.000 € para invertir y lo utilizas todo para comprar acciones de una sola empresa. Si baja la cotización de esa empresa o si la empresa quiebra, toda su inversión registraría una pérdida. Es decir, su rentabilidad dependerá de los resultados de una sola empresa. Sin embargo, si divides los 10.000 € entre varios instrumentos, su rentabilidad dependerá del promedio de rentabilidad de todos. Las ganancias de unos pueden compensar las pérdidas de otros.
Se llama cartera al conjunto de instrumentos financieros que un inversor mantiene en un momento determinado: acciones, bonos, fondos de inversión, depósitos bancarios, plan de pensiones, etc.
Así, se pueden tener unos productos de mayor riesgo, otros más seguros pero con menos rentabilidad, unos a corto plazo, otros a medio y otros a largo plazo, unos productos que invierten en unos sectores y otros en sectores diferentes. Es decir, se puede diversificar de muchas maneras y aunque sólo se puedan adquirir dos o tres productos, hay que procurar que exista cierta diversificación entre ellos.
¿Qué pasa si necesito mi dinero antes de lo previsto?
La liquidez es la facilidad de vender un activo, o convertirlo en dinero, cuando así lo desea su titular, sin tener que esperar al vencimiento, y al precio de mercado. Algunos productos de inversión tienen mayor liquidez que otros y por lo tanto ofrecen mayor posibilidad para deshacerse de la inversión en caso de necesidad.
Un activo es más líquido cuanto más fácilmente se puede vender a corto plazo, al precio de mercado.
Mientras la rentabilidad y el riesgo suelen subir y bajar en la misma dirección, la relación entre rentabilidad y liquidez, sin considerar otros factores, es inversa. Es decir, a mayor rentabilidad menor liquidez y viceversa.
No obstante, es importante entender que el hecho de que un valor sea muy líquido no implica que no se pueda perder dinero. Por ejemplo, las acciones del Ibex 35 son muy líquidas y un inversor puede venderlas fácilmente, pero ¿a qué precio? Al precio de mercado en ese momento, que podrá ser superior o inferior al que tenían cuando se adquirieron.
¿Qué gastos y comisiones tendré que pagar?
Antes de elegir productos específicos de inversión es importante informarse bien de las tarifas y comisiones aplicables a cada uno. Es importante conocer el importe total de los gastos y comisiones asociados a la compra y tenencia del producto financiero.
Por ejemplo, para adquirir acciones de empresas o fondos de inversión cotizados, le será necesario abrir una cuenta de valores y pagar sus correspondientes gastos de administración y custodia.
RECUERDA: Los gastos y comisiones SIEMPRE disminuyen la rentabilidad.
¿Qué tratamiento fiscal tiene mi inversión?
El gravamen fiscal supone una disminución de la rentabilidad y por lo tanto es un factor importante a tener en cuenta. Aunque también hay que tener en cuenta que la inversión en determinados productos tiene ventajas fiscales.
Para conocer el tratamiento fiscal de los productos de inversión, debes consultar la web de la agencia tributaria.