Seguir hábitos de finanzas saludables ayuda a superar mejor las dificultades económicas que se pueden presentar. Si bien el dinero no puede comprar la felicidad, la falta de dinero y la falta de control financiero pueden causar mucho estrés y ansiedad. Esto ya ha sido demostrado ampliamente.
Por lo tanto, es importante tomar medidas para mantener nuestras finanzas en buen estado y garantizar la estabilidad financiera a largo plazo.
Una de las razones más importantes es la seguridad financiera. Tener ahorros y una buena planificación financiera puede proteger contra los imprevistos como pérdida de empleo, enfermedades o emergencias. También puede ayudar a evitar situaciones de endeudamiento, que pueden afectar negativamente la salud mental y física.
Otra razón es la posibilidad de lograr objetivos financieros a largo plazo. Al mantener unas finanzas saludables, podemos planificar y alcanzar metas como comprar una casa, invertir en un negocio o ahorrar para la jubilación.
El control financiero también nos permite disfrutar de las cosas que realmente importan, como viajar, dedicar tiempo a nuestras pasiones y tener más libertad para tomar decisiones importantes en nuestra vida.
Además, unas finanzas saludables pueden mejorar la calidad de vida en general. Al tener una buena salud financiera, podemos reducir el estrés y la ansiedad asociados con la falta de dinero o la incertidumbre financiera. También puede llevar a una mejor calidad de sueño, más tiempo para dedicar a actividades relajantes y una mayor felicidad en general.
Los siguientes consejos de finanzas saludables son tomados del artículo ‘Diez consejos básicos para no financieros’, del portal de salud financiera del Banco BBVA:
1. Tener clara la situación de las finanzas
Hay quienes ven la botella medio vacía y otros medio llena. Esa subjetividad no debería existir en finanzas. Hay que ser lo más objetivo posible para saber en qué situación está cada persona o empresa y desde ahí poder tomar decisiones realistas para mejorarla.
Tener una meta clara es esencial para las finanzas sanas.
Lo primero es calcular a ciencia cierta qué ingresos existen cada mes: sueldo, rentas, rendimientos de productos de ahorro o inversión, algún tipo de subvención. Una vez claro este punto, toca hacer una enumeración de gastos fijos e irrenunciables y otra de los variables. El resultado de restar estos últimos a los primeros, será una radiografía de la situación financiera actual.
2. Hacer un presupuesto y ceñirse a él
Muchas veces cuesta discernir qué gastos son imprescindibles (por ejemplo, el pago de los consumos domésticos, el alquiler, la cuota de la hipoteca o la compra de alimentos) y cuáles prescindibles (adquirir moda, salir a cenar o disfrutar de un viaje).
Para saber hasta qué punto es posible asumir este segundo tipo de importes, nada mejor que contar con un presupuesto en el que esté claro el dinero disponible con el que se cuenta en función de los ingresos. Conocer cuáles son los topes mensuales servirá de escudo ante la tentación que siempre existe de gastar más de lo que tenemos.
3. Cuidado con los gastos hormiga
Nos referimos a aquellos importes que son tan pequeños que los asumimos sin casi reparar en ellos: el café del bar, el billete del autobús para trayectos que se pueden hacer andando, unos chicles, productos de a euro en el supermercado, propinas.
Son apenas unos céntimos o euros al día, pero sumados a final de mes pueden ser una partida relevante que dé al traste con cualquier plan de no pasarnos de un presupuesto. Hay que tratar de reducirlos, o incluso si es posible eliminarlos para convertirlos en ahorro para imprevistos.
4. Hacer del ahorro un hábito
Lo ideal es que ya desde niños exista una educación en la cultura del ahorro para que se convierta en una costumbre natural. Por ejemplo, si el pequeño decide meter en la hucha cuatro monedas, los padres le aportan una más, incentivando así esa decisión.
De esta manera, cuando se empieza a tener ingresos, no costará ningún esfuerzo guardar una parte del sueldo todos los meses para tener un remanente que nos será muy útil en las distintas fases de nuestra vida.
5. Tener un fondo de emergencia es imprescindible
Se avería la lavadora, hay un problema médico que no está cubierto, un viaje ineludible por algún compromiso. Es recomendable contar con una bolsa de dinero para poder afrontar los imprevistos sin que eso suponga un roto en las finanzas. Para conformar ese fondo de emergencia hay que guardar lo que se pueda, o apartar una cifra de algún extra, y ampliarlo en función de las posibilidades.
También es esencial determinar en qué casos se puede echar mano de este dinero ahorrado y en cuáles no, pero no tengas miedo en gastarlo si realmente piensas que es una emergencia.