Mexico – Imagina una casa donde puedas armar y desarmar a tu antojo; que su fachada transmita solidez y presencia; que mantenga una temperatura templada todo el año y a la que no le entre el polvo; ideal tanto para el campo como para la ciudad; resistente al fuego, a los ciclones y a los terremotos; y lo mejor de todo, un precio muy económico. Bueno, pues estas casitas están al alcance de tus manos y de tu bolsillo.
Se trata de casas prefabricadas en fibra de vidrio Dombo, que buscan crear un hogar ecológico y autosuficiente que ayude a solucionar el problema de la vivienda mexicana.
El leonés Carlos Zepeda concretó esta idea en 1981. «En esa época quise hacer una cabañita para mis papás en el campo, pero me topé con falta de mano de obra, de electricidad, entre otras cosas, por lo que hice una casa prefabricada; una combinación de mampostería con prefabricados de madera y fibra de vidrio», cuenta.
Después, la pasión del emprendedor fue evolucionando hasta 1983, cuando construyó la Dombo 40, que tenía líneas de metal, base de concreto, madera y fibra de vidrio. Fue la primera que se comercializó, dice, y de la que vendió siete unidades para casas de campo, oficina y restaurantes.
No obstante, la calidad no era óptima. Por ello, el emprendedor se abocó a mejorar la técnica de construcción y, en 1990, alcanzó el modelo actual, que aún está en proceso de perfeccionamiento.
Según Zepeda, lo más difícil de todo fue el piso. Con la Dombo 40 decidió que fuera en triángulo, pues con base en el principio anatómico del movimiento del codo y el brazo, un triángulo da libertad de movimiento, un piso en triángulo no se quiebra. «Así creé triángulos de dos metros cuadrados y, al juntar seis, tenía un cuarto de 12 metros cuadrados. Por eso los módulos de las casas son en forma hexagonal y se pueden juntar al gusto del cliente para empezar con una pequeña casa y finalizar con una residencia», explica.
Los techos y las paredes son elaborados en fibra de vidrio y alúmina, material retardante al fuego, impermeable, con alta conductividad térmica, aislante eléctrico y termoacústico. Por otro lado, hay un tinaco y un tanque solar integrado que entibia el agua, la cual se recolecta en la cornisa o canal que circunda el techo.
Asimismo, tiene un sistema de ventilación que deja escapar el aire caliente y las ventanas tienen extractores que evitan la entrada de la lluvia, el polvo y los insectos.
«Como se produce en fábrica, su costo es económico. La más barata es de $59,000 y la más cara, que es la casa del árbol, el modelo de mayor perfección que tenemos, cuesta $760,000. El costo promedio es de entre $200,000 y $300,000», apunta Zepeda.
La fabricación de estas casas tarda aproximadamente dos meses y su instalación, de dos o tres semanas.
Para solucionarlo, ha comenzado a vender pilares y techos de este material para que el cliente termine su casa de forma tradicional, «y pueda recibir préstamo del banco».
Aunque Carlos Zepeda se queja de que la inventiva en México es mal pagada, reconoce que la demanda de casas ha aumentado en el último año y medio: «Ahora tenemos trabajo asegurado de aquí a agosto [de 2004]».
Por Cristina Liceaga
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